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miércoles, 26 de marzo de 2014

¿Qué es el arte?

El propósito de esta entrada es dar unas primeras pinceladas sobre el concepto de “arte”, empleando para ello algunos de los artículos trabajados en clase que nos pueden ayudar a establecer una primera aproximación.

A rasgos generales, como hemos visto en clase, el arte se podría concebir como una forma de comunicación simbólica mediante la cual el artista representa y ordena objetivos, signos, sonidos o hechos de manera que generen probablemente ciertos significados o emociones.

Pero, yendo más allá, el arte no se limita simplemente a cumplir la función de comunicar, expresar y generar respuestas en los sujetos. Lo más importante es su potencial poder para la transformación social, pues a través de sus expresiones y manifestaciones puede ayudar a modificar nuestra visión del mundo.

Siguiendo a Moreno (2013), y en línea a lo anteriormente comentado, el arte se convierte en una estrategia de acción que permite “corroborar cómo la experiencia artística contribuye al proceso de reinserción social de los sujetos” (p. 445), y para ello es imprescindible partir, por una parte, de la consideración  de la capacidad para crear como algo propio de la naturaleza humana, y por lo tanto, de la necesidad de desarrollar sus potencialidades, pues todo el mundo puede crear, solamente hay que saber cómo conseguir que la persona se sienta capaz de conseguirlo. Y por otra parte, emplear una “planificación abierta”, flexible y participativa que convierta el proyecto de creación de arte en un proceso de creación conjunta.

Por otra parte, haciendo referencia ahora a Aguilar, González, y Romero (2009), el arte como medio de reinserción social favorece la comunicación, las interacciones sociales, rompe con la rutina, y lo más importante: “Cuando yo creo arte, algo cambia en mí”. Ayudar a que ciertos individuos creen arte por sí mismos posibilita un cambio en la visión que el sujeto tiene de sí mismo. Se produce un aumento en su autonomía y en la visión de sí mismo como alguien capaz de romper con el futuro de reincidencia que le esperaba. El hecho de visualizarse realizando acciones que se alejan de las delictivas permite romper con la herencia delictiva que se transmite de generación en generación, con la reproducción de conductas propias de figuras delictivas que han sido modelos a seguir para ellos.

A su vez, el arte también puede emplearse como forma para crear y manifestar democracia. Me refiero al uso del arte como agente de cambio social dentro de la metodología de acción comunitaria. En este sentido, la función que cumple el arte es la de hacer posible el desarrollo cultural comunitario, basado en  principios fundamentales como la importancia de la acción conjunta, de trabajar para alcanzar la cohesión social, de hacer posible la accesibilidad general a los servicios ofrecidos, de la participación y la implicación directa, de crear redes de comunicación horizontal, y sobre todo, la importancia de trabajar para lograr el empoderamiento de las personas, algo que únicamente es posible en comunidad (Moreno, 2012).

En la última imagen utilizada tenéis un ejemplo del uso del arte como parte de la acción comunitaria. Se trata del taller de danza integrada que realiza “La Estación, Espacio de Arte y Acción Comunitaria” de Beniaján, de la  del que podéis encontrar más información en el siguiente enlace: http://laestaciondebeniajan.com/portfolio/taller-de-danza-integrada-200214/

Como última referencia, siguiendo a Barragán y Moreno (2004), no podemos olvidarnos de la importancia, dentro del uso del arte como instrumento para la intervención socioeducativa, de que prevalezca el modelo de experimentación y transformación social por encima del modelo “academicista o de desarrollo de destrezas instrumentales”. La técnica debe ser simplemente una herramienta para alcanzar el fin transformador.

En esta línea, el arte se convierte en un modo de acercarse al pasado de las personas, y hacer aflorar sentimientos vinculados a esos recuerdos, empleándolo siempre de forma positiva. Y en este sentido, permite que las personas reflejen valores y sentimientos que ni si quiera son capaces de expresar con palabras.

Y concluyo reivindicando el papel del educador social como el agente que hace posible todo este proceso: “el encargo social que recibe no es enseñar a pintar, ni la vida y la obra de artistas famosos, ni procedimientos artísticos. Lo que se le pide es que mejore la situación individual y social de los individuos de un grupo”, y a través del arte el educador social puede “trabajar hábitos relacionales como saber escuchar o aceptar opiniones”, “valores sociales como la solidaridad o la aceptación de lo diferente, el desarrollo de capacidades de expresión verbal y otras muchas capacidades cognitivas y sociales” (Barragán y Moreno, 2004, p. 23).

¡Feliz miércoles!

Iris.

lunes, 24 de marzo de 2014

El teatro como forma de vida


Para dar paso a esta nueva entrada, podemos preguntarnos directamente y sin rodeos, ¿Qué es el teatro? ¿En qué consiste? ¿Realmente nos sirve para provocar cambios, para conocernos a nosotros mismos, para relacionarnos... y en definitiva como herramienta educativa y/o cultural en todo tipo de colectivos?


En entradas anteriores, hemos ido abordando algunos temas relacionados con el arte y la participación de los individuos a partir de ésta, en asuntos sociales, políticos, económicos, etc., por lo que tal y como plantea Xavier Úcar Martínez, "el objeto del teatro es la representación de situaciones humanas (...) Las personas, sus problemáticas, sus interacciones con los demás y con el entorno, constituyen su temática concreta".

Entonces es a partir de aquí cuando recuerdo y me pregunto, ¿Qué significa "persona"?. Bien, pues como ya hemos podido estudiar en ocasiones anteriores y  haciendo uso de nuestra memoria, sabemos que el significado de "persona" proviene de la palabra  "prósopon" la cual a partir de ella se entendían las distintas "máscaras" que los individuos se ponían para representar las comedias y tragedias teatrales de la época, es decir, persona era aquel o aquella que "personalizaba" algo o alguien. ¿No tiene este significado una estrecha relación con el teatro? ¿Creó entonces el nacimiento del teatro a las personas en lugar que las personas éste arte? ¿Vivimos en una constante obra de teatro concibiéndola como "nuestra vida"? ¿No actuamos de diferentes formas en distintos lugares y con personas diferentes? Pensadlo porque es muy curioso a la vez que engañoso.



Hasta aquí, es evidente la gran relación que encontramos entre el teatro y los individuos, por ello siguiendo con Úcar Martínez y confirmando este vínculo,  "El teatro es siempre acción (...) a partir del cual se produce el descubrimiento, el crecimiento o el avance personal y/o comunitario en cualquiera de sus múltiples aspectos" 



Por otro lado, aún siguiendo con esta increíble pero a la vez complicada herramienta, son varios los tipos y las funciones que el teatro puede desarrollar. De ahí que podamos hablar del teatro aplicado, teatro para el desarrollo, teatro social, comunitario, animación teatral y teatro del oprimido, todos ellos con ciertos matices que marcan sus diferencias pero que coinciden en aspectos  como  alcanzar un "crecimiento, desarrollo y autonomía progresiva de las personas y comunidades" "facilitar la adquisición de autoconfianza y confianza en los otros" al mismo tiempo que "ampliar el número de registros expresivos y comunicativos" y descubrir y experimentar los límites y posibilidades tanto a nivel personal como social.

No obstante, a pesar haber nombrado cada uno de los tipos y formas de representación teatral, nos centramos en el teatro del oprimido ¿Qué trata esta clase de teatro?

Augusto Boal, fue quien sistematizó y puso en marcha en mayor medida este tipo de arte el cual recibió dicho nombre  por "utilizar el teatro y las técnicas dramáticas como un instrumento eficaz para la 
comprensión y la búsqueda de alternativas a problemas sociales e interpersonales". Es una forma de que a partir del teatro se representen situaciones conflictivas socialmente establecidas y que se intenten, a partir de ellas,  buscar soluciones y por lo tanto una transformación social a través del arte. Para ello, el principal requisito: "Tener ganas de participar", ya que no se requiere ninguna formación ni conocimiento previo en el mundo del teatro.

Además, destacar las diferentes modalidades a partir de las cuales este tipo de teatro se puede desarrollar, como podemos observar perfectamente en "el árbol del teatro del oprimido".

Una vez hecho una breve explicación sobre ello, es interesante mirar hacia la práctica y observar cómo grupos de personas se interesan por practicar este tipo de arte. A continuación, aparece un vídeo de la "Casona Cultural Humahuaca" a partir del cual, realizan talleres de teatro del oprimido desarrollando una de las modalidades observables en la imagen del árbol como es el Teatro Foro, a partir del cual buscan, desde una representación de conflictos sociales evidentes, la participación e intervención del público y sus posibles soluciones.








Os dejo aquí el link de su página web por si os interesa: http://www.casonahumahuaca.com.ar/talleres.php




Feliz Lunes,

Eva.

viernes, 21 de febrero de 2014

La educación como espacio de vida, de experiencia.

Toda experiencia, si nos toca profundamente, si nos ha hecho mella, tiene algo de inasible, de impronunciable; cualquier intento de decirla va acompañado de un sentimiento íntimo de incompletud, de incapacidad para expresar los matices, los efectos íntimos con que fue vivida, de imposibilidad de dar cuenta de todos los aspectos de que se compuso lo vivido”, “…la frustrante sensación que tenemos a veces con algún sueño cuando, al despertar, se te deshilacha conforme intentas recordarlo, retenerlo. Y sin embargo, sabemos que eso que se nos escapa, que no conseguimos decir, para lo que cualquier expresión se nos muestra insuficiente, es justo sobre lo que necesitamos pensar, para lo que tenemos que encontrar palabras. Es la tensión de la insuficiencia lo que mueve la búsqueda” (Contreras, 2009, p. 7 y 8).

Ésta es la realidad a la que se enfrentan la gran mayoría de los educadores sociales cuando, como parte del inicio de su práctica profesional, abandonan las aulas y deben enfrentarse a la realidad, al trabajo cotidiano con aquello para lo que se supone que se les ha formado: la atención a los colectivos desfavorecidos. Es en ese momento cuando la intensidad de lo vivido como parte de las experiencias profesionales que pasan a formar parte de su día a día hace que muchas veces se les haga muy difícil ser capaces de expresar con palabras lo que están sintiendo y experimentando. Y sin embargo, son esas experiencias iniciales las que se quedan grabadas en su memoria, y por lo tanto, dejan verdadera huella en su forma de ser. Ya no solo a nivel profesional, sino también a nivel personal.  

A su vez, esta incapacidad de encontrar palabras para definir lo vivido, hace que el profesional se sienta en la necesidad de seguir buscando, para llegar a ser capaz de reflexionar, comprender, y expresar todas esas experiencias vitales. Esa es la belleza de la experiencia, su capacidad para definirnos, transformarnos, y orientarnos a la búsqueda, pues es esa búsqueda la que nos hace avanzar.

Por otra parte, la experiencia también se convierte en un elemento fundamental de la verdadera educación, es decir, la educación como experiencia. Una educación que sobrepasa los límites del ámbito formal, y que pretende lograr la formación y transformación del sujeto de experiencia. Un espacio de relación e interacción social, de construcción y reconstrucción conjunta del saber, de búsqueda de nuevos caminos, nuevos objetivos. Una educación que se adapta a las peculiaridades de los individuos que la conforman, y al carácter cambiante de la realidad, de la vida. Porque al fin y al cabo eso es lo  que es, un espacio de vida.


En conclusión, esta visión de educación es la que debe estar presente también en la práctica profesional del educador social, ya que como educadores, nosotros también debemos transformarnos en el proceso, y por ello, debemos apostar por la educación basada en el aprendizaje y la transformación conjunta del educador y el educando, ya que la mejor forma de aprender, como diría Paulo Freire, es en relación con la vida, con los demás.


Iris.

miércoles, 19 de febrero de 2014

La animación sociocultural


Históricamente, la animación sociocultural como disciplina ha sido objeto de estereotipos y falsas imágenes sobre su verdadera conceptualización. Por ello es necesario establecer una aproximación, utilizando fragmentos de diferentes fuentes vistas en clase:

“Acción que (…) se mide (…) con la mejora de la calidad de vida que ella hace posible”. (Guillet, n.d.). Que sitúa a “la comunicación y la participación” activa “como ámbito, instrumento, lenguaje y eje de desarrollo social y cultural”. Que muestra especial atención hacia “aquellos segmentos” de la población “con mayores barreras para la participación”, y que fomenta “la libertad (…), la iniciativa” (De la Riva, F., 1986) y “la comunicación” (Besnard, 1988) de los grupos.

Posee un “claro carácter educativo y formativo”, pero sus características la sitúan “en el ámbito de la educación No Formal” (Català y Carbó, 1991).

Es un “modelo de intervención”  que tiene como base una “metodología activa, creativa y participativa” (Ventosa, n.d.), y un “modelo de acción social y cultural”, que da lugar a un “proceso que surge desde dentro de los grupos sociales”,  y que se centra en lograr que sean “capaces de generar cultura” (Viché, 1989), fomentando que “sean protagonistas de su cultura” (Barrado, n.d.) y “de su propio desarrollo (…) social y cultural” (Trilla, 1997).

En suma, es aquella que tiene como esencia la “actuación crítica, libre y transformadora de la sociedad” (Barrado, n.d.).


Además, el intento de definición de esta disciplina ha hecho surgir a lo largo del tiempo diferentes paradigmas teóricos y modelos en las ciencias sociales, pero todos ellos se pueden resumir en  el Modelo Consumista y el de Transferencia de Guillet, resumidos a continuación:

LAS VARIABLES DE
 LAS SITUACIONES
DE ANIMACIÓN
LAS
 CONSTANTES
DE LAS SITUACIONES
DE ANIMACIÓN


MODELO
 CONSUMISTA


MODELO DE TRANSFERENCIA
El hacer
Actividad
Acción
El participante (incluido el animador)
Agente
Actor
El tiempo
Programa
Proyecto
La institución
Instituido
Instituidor
El vínculo social
Socialización
Sociabilidad
La estrategia
Consenso
Conflicto
La filosofía
Práctica
Praxis

La verdadera animación sociocultural será aquella que apueste por el Modelo de Transferencia. Es decir, aquella que defienda la acción conjunta e igualitaria de todos los agentes involucrados en el proceso; que incluya al animador como un actor más; que se base en metodologías abiertas, flexibles y adaptables a la realidad cambiante (proyectos); que apueste por la socialización, pero no desde la adaptación a normas y a un marco social establecido, sino desde un marco social abierto y cambiante (sociabilidad); que defienda una visión positiva del conflicto, pues sin conflicto no es posible la participación y con ello el cambio; y que se fundamente en la praxis, como filosofía que hace posible la reflexión sobre ideas, la adquisición de autonomía, la emancipación colectiva, y como resultado, la transformación de la sociedad.


Fuente: Caballo, M. B., 2001.
Esta concepción de animación sociocultural se convierte en una gran herramienta de la que debe hacer uso la educación para lograr grandes transformaciones sociales. Tanto a nivel individual de todos los agentes implicados en el proceso, como a nivel social, pues transmite valores y permite vivir experiencias que harán que las personas que han participado de la animación sociocultural de una forma u otra transmitan los conocimientos y las vivencias adquiridas, generando un efecto de retransmisión y empoderamiento colectivo. Y en este sentido, el papel del educador social como agente facilitador de ese cambio es imprescindible.

Iris.