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domingo, 13 de abril de 2014

Un pequeño cuento con una gran reflexión.

Había una vez, en un pueblecito muy pequeño, un hombre que trabajaba de aguador. Por aquel entonces el agua no salía de los grifos, sino que estaba en el fondo de profundos pozos o en el caudal de los ríos. Si no había pozos excavados cerca del pueblo, el que no quería ir a buscar el agua personalmente debía comprarla a uno de los aguadores que , con grandes tinajas, iban y volvían al pueblo con el preciado líquido.
Una mañana, una de las tinajas se agrietó y empezó a perder agua por el camino. Al llegar al pueblo, los compradores le pagaron las acostumbradas diez monedas por la tinaja de la derecha, pero sólo cinco por el contenido de la otra, que apenas llegaba a la mitad.
Comprar una tinaja nueva era demasiado costoso para el aguador. Así que decidió que debía apurar el paso para compensar la diferencia de dinero que recibía.
Durante dos años el hombre siguió yendo y viniendo a paso firme, llevando agua al pueblo y recibiendo sus quince monedas como pago por una tinaja y media de agua.
Una noche lo despertó un chist y en su habitación:
-          Chisssst…chisssst..
-          ¿Quién anda ahí?- preguntó el hombre.
-          Soy yo –dijo una voz que salía de la tinaja agrietada.
-          ¿Por  qué me despiertas a estas horas?
-          Supongo que si te hablara de día y a plena luz, el susto te impediría que me escucharas. Y necesito que me escuches.
-          ¿Qué quieres?
-          Quiero pedirte que me perdones. No fue culpa mía la grieta por donde el agua se escurre, pero sé lo mucho que te he perjudicado. Cada día, cuando llegas al pueblo cansado y recibes por mi contenido la mitad de lo que recibes por mí hermana, me dan ganas de llorar. Yo sé que debías haberme cambiado por una tinaja nueva y desecharme, y sin embargo me has mantenido a tu lado. Quiero agradecértelo y pedirte una vez más que me disculpes.
-          Es gracioso que me pidas disculpas- dijo el aguador-. Mañana, bien temprano, saldremos juntos tú y yo. Quiero enseñarte algo.
El aguador siguió durmiendo hasta el alba. Cuando el sol asomó por el horizonte, tomó la vasija agrietada y se fue con ella al río.
-          Mira- dijo al llegar, señalando la ciudad-. ¿Qué ves?
-          La ciudad- dijo la vasija.
-          ¿Y qué más?- preguntó el hombre.
-          No sé…El camino- contestó la vasija.
-          Exacto. Mira a los lados del sendero. ¿Qué ves?
-          Veo la tierra seca y el ripio del lado derecho del camino y los canteros de flores del lado izquierdo- dijo la vasija, que no entendía qué le quería mostrar su dueño.
-          Durante muchos años he recorrido este camino triste y solitario llevando el agua hasta el pueblo y recibiendo igual cantidad de monedas por ambas tinajas…Pero un día noté que te habías agrietado y que perdías agua. Yo no podía cambiarte, así que tomé una decisión: compré semillas de flores de todos los colores y las sembré a ambos lados del camino. En cada viaje que hacía, el agua que derramabas regaba el lado izquierdo del sendero y, en estos dos años, conseguiste crear esta diferencia. El aguador hizo una  pausa y, acariciando a su leal vasija, le dijo << ¿Y tú me pides disculpas? ¿Qué importan algunas monedas menos si gracias a ti y a tu grieta los colores de las flores me alegran el camino? Soy yo quien debe agradecerte tu defecto>>


Hasta aquí por hoy. La diferencia, los defectos, son los que realmente nos hacen ser nosotros, nos hacen ser únicos, valorados e imprescindibles. Porque la perfección más perfecta es la que está formada por las imperfecciones que cada uno de nosotros poseemos.

Feliz domingo,

Eva.

lunes, 24 de febrero de 2014

"TODOS VEN LO QUE TU APARENTAS, NADIE ADVIERTE LO QUE TU ERES"


Según la RAE (Real Academia Española), cuando buscamos el significado de la palabra “puzle” (puzzle en inglés) nos la define como: “rompecabezas”, juego que consiste en juntar o unir piezas independientes que terminan formando una figura o una imagen global. ¿No os parece una clara ilustración con la vida de los seres humanos y la sociedad?

Cada cual adoptamos una serie de gestos, de actitudes, de formas de hablar, de pensar, de escribir, de leer, de relacionarnos… que al juntarse, forman lo que entendemos por identidad personal, por nuestra personalidad.
Ésta es en gran medida, la que produce las piezas, es decir, las personas como únicas e irrepetibles, como individuales, sin producir en primera instancia ningún tipo de problema. No obstante, cada pieza deberá unirse para formar un puzle, es decir, cada uno de nosotros interactuamos, nos relacionamos y actuamos ante los demás creando una comunidad, una asociación y en definitiva una sociedad civil, lo que puede dar a lugar ahora sí, a conflictos.

 Es aquí donde, al contrario que la individualidad, somos valorados, respetados y queridos socialmente, pero también somos juzgados, etiquetados, criticados, etc.,  por aquello que está fuera de lo que globalmente todos hemos considerado en mayor o menor medida “normal”.  ¿Qué pasa con esas personas?
Como hemos podido ver a través del video “Piezas” realizado en el centro penitenciario “Picassent” (Valencia), nos encontramos ante una serie de personas que por circunstancias de la vida se han visto implicadas en asuntos o conflictos ilegales. Ellos cumplen su condena, la que en su día dictó el juez, mi pregunta es ¿También somos nosotros, todos los ciudadanos, jueces día tras día? ¿Tenemos que castigar moral y socialmente a aquellos que están o han estado en prisión?

“Lo que nos enseñan es lo que aprendemos y lo que aprendemos es lo que sabemos”, palabras de una persona en prisión. ¿Qué hemos aprendido nosotros, que tenemos que juzgar y no llamar “persona” a quien creemos que no lo merece porque alguien nos lo dijo? ¡Aprendamos de verdad de una vez!

¿Qué aprenden aquellas personas que sienten que no forman parte de nada, que no merecen una calidad de vida mínima, que no son valoradas ni reconocidas socialmente? Nada, no aprenden nada. Entonces que queremos ¿reinserción o castigo?
 A partir de ello, si queremos luchar por el “aprender”, una de las muchas posibilidades es, tal y como se muestra en el video “Piezas”, hacerlo a partir de las actividades culturales que inciten y les den la oportunidad de participar, de poder ser reconocidos por algo o alguien, de sentir responsabilidad, de poder mostrar sus habilidades, sus características propias, su yo individual, etc., para que a partir de este reconocimiento y valoración que a todo el mundo nos gusta tenerlo y escucharlo, empiece el cambio, su cambio, nuestro cambio. Un cambio de mejora en la calidad de vida y a nivel personal, el cual se verá reflejado inmediatamente en el conjunto. De esta forma, encajarán todas las piezas en el mismo puzle, en el que la individualidad se nutra en la globalidad a pesar de las diversidad y experiencias vitales de cada cual.

Observemos, miremos a los demás...no nos quedemos en un simple "ver", porque nadie nos advertirá de lo que podemos llegar a conocer y por supuesto, perder.




Os dejo una de las canciones que aparece en el vídeo "Piezas" y que hace referencia al título de esta entrada.  Hasta la próxima :)

                                                                                                                             Eva.