El propósito de esta entrada es dar unas
primeras pinceladas sobre el concepto de “arte”, empleando para ello algunos de
los artículos trabajados en clase que nos pueden ayudar a establecer una
primera aproximación.
A rasgos generales, como hemos visto en
clase, el arte se podría concebir como una forma de comunicación simbólica
mediante la cual el artista representa y ordena objetivos, signos, sonidos o
hechos de manera que generen probablemente ciertos significados o emociones.
Pero, yendo más allá, el arte no se limita
simplemente a cumplir la función de comunicar, expresar y generar respuestas en
los sujetos. Lo más importante es su potencial poder para la transformación
social, pues a través de sus expresiones y manifestaciones puede ayudar a
modificar nuestra visión del mundo.
Siguiendo a Moreno (2013), y en
línea a lo anteriormente comentado, el arte se convierte en una estrategia de
acción que permite “corroborar cómo la
experiencia artística contribuye al proceso de reinserción social de los
sujetos” (p. 445), y para ello es
imprescindible partir, por una parte, de la consideración de la capacidad para crear como algo propio
de la naturaleza humana, y por lo tanto, de la necesidad de desarrollar sus
potencialidades, pues todo el mundo puede crear, solamente hay que saber cómo
conseguir que la persona se sienta capaz de conseguirlo. Y por otra parte,
emplear una “planificación abierta”,
flexible y participativa que convierta el proyecto de creación de arte en un
proceso de creación conjunta.
Por otra parte, haciendo referencia ahora a
Aguilar, González, y Romero (2009), el arte como medio de reinserción social favorece
la comunicación, las interacciones sociales, rompe con la rutina, y lo más
importante: “Cuando yo creo arte, algo
cambia en mí”. Ayudar a que ciertos individuos creen arte por sí mismos
posibilita un cambio en la visión que el sujeto tiene de sí mismo. Se produce
un aumento en su autonomía y en la visión de sí mismo como alguien capaz de romper
con el futuro de reincidencia que le esperaba. El hecho de visualizarse
realizando acciones que se alejan de las delictivas permite romper con la
herencia delictiva que se transmite de generación en generación, con la
reproducción de conductas propias de figuras delictivas que han sido modelos a
seguir para ellos.
A su vez, el arte también puede
emplearse como forma para crear y manifestar democracia. Me refiero al uso del
arte como agente de cambio social dentro de la metodología de acción
comunitaria. En este sentido, la función que cumple el arte es la de hacer
posible el desarrollo cultural comunitario, basado en principios fundamentales como la importancia
de la acción conjunta, de trabajar para alcanzar la cohesión social, de hacer
posible la accesibilidad general a los servicios ofrecidos, de la participación
y la implicación directa, de crear redes de comunicación horizontal, y sobre
todo, la importancia de trabajar para lograr el empoderamiento de las personas,
algo que únicamente es posible en comunidad (Moreno, 2012).
En la última imagen utilizada tenéis un
ejemplo del uso del arte como parte de la acción comunitaria. Se trata del
taller de danza integrada que realiza “La Estación, Espacio de Arte y Acción
Comunitaria” de Beniaján, de la del que
podéis encontrar más información en el siguiente enlace: http://laestaciondebeniajan.com/portfolio/taller-de-danza-integrada-200214/
Como última referencia, siguiendo a Barragán
y Moreno (2004), no podemos olvidarnos de la importancia, dentro del uso del
arte como instrumento para la intervención socioeducativa, de que prevalezca el
modelo de experimentación y transformación social por encima del modelo “academicista o de desarrollo de destrezas
instrumentales”. La técnica debe ser simplemente una herramienta para
alcanzar el fin transformador.
En esta línea, el arte se convierte en un
modo de acercarse al pasado de las personas, y hacer aflorar sentimientos
vinculados a esos recuerdos, empleándolo siempre de forma positiva. Y en este
sentido, permite que las personas reflejen valores y sentimientos que ni si
quiera son capaces de expresar con palabras.
Y concluyo reivindicando el papel del
educador social como el agente que hace posible todo este proceso: “el encargo social que recibe no es enseñar a
pintar, ni la vida y la obra de artistas famosos, ni procedimientos artísticos.
Lo que se le pide es que mejore la situación individual y social de los
individuos de un grupo”, y a través del arte el educador social puede “trabajar hábitos relacionales como saber
escuchar o aceptar opiniones”, “valores
sociales como la solidaridad o la aceptación de lo diferente, el desarrollo de
capacidades de expresión verbal y otras muchas capacidades cognitivas y
sociales” (Barragán y Moreno, 2004, p. 23).
¡Feliz miércoles!
Iris.
¡Feliz miércoles!
Iris.
No hay comentarios:
Publicar un comentario