Tras
establecer una visión global del arte en la entrada anterior, sería interesante
ahora hablar de algunas de las características que posibilitan su importante
papel en la democratización de la cultura:
-“Es una
forma de comunicación y expresión”.
-Es
realizado por alguien que está detrás de la obra, que quiere expresar, y que se
considera artista.
-El
significado de la obra de arte no está únicamente en lo que se percibe a primera
vista, sino en el que la crea y en el que
la observa, pudiendo coexistir múltiples interpretaciones heterogéneas que
surgen a partir de dicha obra, y que dependen de factores como el momento
emocional en el que la persona interaccione con la misma.
-La adecuada
relación persona-obra de arte es una condición imprescindible para que se
produzca la verdadera democracia cultural. En esta línea cabría destacar dos
aspectos:
En
primer lugar, la condición previa e imprescindible para que pueda tener lugar
la democratización de la cultura se basa en la necesidad de hacer posible que cualquier
persona tenga la oportunidad de acceder, y por lo tanto, de interaccionar con
el arte y sus manifestaciones. Estaríamos hablando, en palabras de Abad (2011),
de la función integradora y relacional de las artes, aquella “que pretende conectar con todos los
sustratos de la realidad que compartimos, y no solo como una manifestación
superior del espíritu humano. En definitiva, una función sustentada desde las
condiciones necesarias para entender que las producciones culturales no son
privilegio de tan solo unos pocos que producen y reparten cultura, sino un
derecho de todos y cada uno de los existentes”.
Y en
segundo lugar, una vez posibilitado ese acceso material, se debe fomentar el
establecimiento de una interacción real entre el individuo y la obra de arte. A
veces no basta con tener la oportunidad de contemplarla, sino que es necesario ser
capaces de ver más allá de su estructura externa. Por ello no es suficiente con que sea
un artefacto técnicamente
bien construido, sino que en su elaboración la técnica se haya empleado como
medio para dar lugar a una obra de arte que transmita emociones.
De este modo,
la verdadera democratización de la cultura consistirá en eliminar las barreras invisibles
e inconscientes que dificultan esa relación individuo-obra de arte, y en esta
función de romper barreras la educación social tiene un importante papel,
haciendo uso para ello, por ejemplo, de metodologías propias de la animación
sociocultural. No se trata de cambiar los gustos artísticos de las personas, sino
de hacer posible que se produzca esa interacción real.
Iris.
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