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martes, 18 de febrero de 2014

Aprender para enseñar.

Caminemos. Ese es nuestro objetivo. Quizás el objetivo de todo en la vida. Captar cada momento, cada situación,  cada detalle, y extraer la esencia que nos aportan para nuestro propio aprendizaje. No necesariamente han de ser experiencias positivas; se pueden extraer grandes e importantes aprendizajes de las experiencias más negativas; al hacernos frente a ellas también aprendemos, y muy probablemente, harán que al  enfrentarnos a situaciones futuras difíciles, salgamos ilesos de ellas. 

Con esto, pretendo haceros reflexionar sobre la rapidez del tiempo. El tiempo vuela, sí; pero no nosotros. Nosotros no debemos volar al igual que el tiempo. No debemos pasar de largo ante los momentos importantes, ante los detalles. En nuestro caso, educadores, debemos implicarnos con la educación que transmitimos, tanto con  las personas a las que educamos como con nuestra profesión. No debemos obstaculizar nuestra visión con "puntos fijos", con objetivos determinados que queremos alcanzar a toda costa y nos impiden ver más allá, detenernos y apreciar. No sólo hay que estar, sino empaparse de todo lo que nos rodea, ser RECEPTIVOS y estar ATENTOS.

Muchas veces quizás caemos o caeremos en el error de creer saberlo todo. Pero no es así, nunca será así. Nadie, y mucho menos un educador, sabe todo lo que necesita saber. Los educadores estamos en un constante y permanente proceso de aprendizaje. Aprendemos entre nosotros y con los demás. Nunca el saber y la experiencia de un educador serán completos.

Qué mejor manera que con la siguiente cita del escritor Franz Kafka, para entender lo que pretendo transmitiros:

"La experiencia, la posibilidad de que algo nos pase, o nos acontezca, o nos llegue, requiere un gesto de interrupción, un gesto que es casi imposible en los tiempos que corren: requiere pararse a pensar, pararse a mirar, pararse a escuchar, pensar más despacio, mirar más despacio y escuchar más despacio, pararse a sentir, sentir más despacio, demorarse en los detalles, suspender la opinión, suspender el juicio, suspender la voluntad, suspender el automatismo de la acción, cultivar la atención y la delicadeza, abrir los ojos y los oídos, charlar sobre lo que nos pasa, aprender la lentitud, escuchar a los demás, cultivar el arte del encuentro, callar mucho, tener paciencia, darse tiempo y espacio”. (Franz Kafka)


Un saludo de nuevo y que disfrutéis de lo que queda de día.

Carolina.

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