Siguiendo a Ander-Egg, “si el conocimiento más que un estado (algo adquirido), es un proceso (algo inacabado, en un hacerse permanentemente), tanto más lo es el método que -como indica el origen de la palabra- es un “camino hacia algo”. No es un camino errático o al azar, sino algo planeado en una determinada dirección”. Es decir, el método de intervención o acción social es concebido como algo abierto, flexible, adaptable. Un camino que hay que andar, y que se va construyendo con cada paso que damos.
Existen diversas metodologías de acción social,
diferenciándose unas de otras en el modo que tienen de abordar la realidad
sobre la que se interviene. Por ello, en función del tipo de proyecto que queramos
desarrollar se empleará una u otra metodología.
Sin embargo, en todas ellas entran en juego una
serie variables: marco de referencia, condicionamientos contextuales,
competencias de quien lo aplica, experiencias y vivencias, etc. Pero de entre
todas ellas, como eje de cualquier método se encontraría el marco de
referencia, es decir: ¿para qué actuamos?. Siguiendo a Villasante y otros:
Podemos actuar para adaptar a las personas con
problemas sociales al medio que les rodea sin cuestionarlo, con el objetivo de
mejorar las relaciones de esas personas con su entorno mediante el fomento de
la integración, pero siguiendo una postura conformista que perpetúa las
relaciones de poder existentes. Ésta sería la línea adaptativa-conservadora.
Podemos guiar nuestra acción por la idea de actuar
educando de manera reformadora. Se trata de la línea educativa-reformadora,
y es realizada por aquellos
profesionales que creen que es necesario realizar cambios en la sociedad
mediante acciones como educar para prevenir la marginación, trabajar con la
población de riesgo, adaptar los recursos a los usuarios, etc. Pero siempre
serán cambios superficiales, que no supongan modificar las estructuras.
Y por último podemos seguir las líneas transformadoras.
Aquellas que lo cuestionan todo y defienden la necesidad de realizar un cambio
interno y global de las estructuras sociales, pues no basta con que hayan
buenas políticas sociales, se necesita una transformación global hacia otro
modelo de sociedad, otras estructuras y otros criterios de reparto social.
A través de estas tres líneas de acción podemos ver,
siguiendo ahora a Ander-Egg, como no existe un único método verdadero y absoluto,
sino varios, y esto es algo positivo porque hace posible un mayor aprendizaje,
pues al fin y al cabo, aprender significa tener la posibilidad de conocer
diferentes planteamientos y posteriormente decidir cuál es el más adecuado.
Además, el carácter variable de la realidad y la idea de programa/proyecto de
intervención como algo que va unido inevitablemente a esa realidad hace
necesaria la presencia de creatividad en ese proceso de retroalimentación entre
los aspectos metodológicos y la realidad.
Feliz sábado,
Iris.
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